Próximamente sabré que lo mejor es dejar de creer en cosas utópicas y comenzar a aceptar la infidelidad como parte de la vida de uno, como parte de la vida de los que nos rodean.
Cierto, hay infidelidad amorosa, amistosa y profesional.
Pero al final de cuentas, aprendí que muchas vidas llegarían a salvarse cuando aceptemos como destino la infidelidad. Si en el momento de relacionarte con cualquier persona, aceptáramos también a sus posibles amantes; es decir, al resto de la humanidad; nos haríamos inmunes al desengaño.
Yo sé que soy soltera y que no vale mucho mi opinión, pero algún día tuve pareja, y me pareció la idea más sensata que nunca pude llevar a cabo.
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