miércoles, 15 de julio de 2015

Bitácora entre el día 7 y 8 después de tu partida.


Pues te extrañé. Se notó en mis últimos escritos. SÓLO PARA TI.

Te había llorado una sola vez, no sabía que me lo impedía, pensaba en dos opciones: El orgullo de que no me vieras caer o quizás no era un dolor tan fuerte. Tal vez fue un poco de ambas, y ahora puedo decir que hubo una tercera circunstancia: E S P E R A N Z A.

Había logrado contener las lágrimas en el conducto lagrimal, pero no fue por mucho tiempo.

Se te ocurrió llamar para decirme “aquí sigo, no me he alejado… Pero quedemos como amigos”. Y el avance que creí haber desarrollado se fue por la borda.

Fue inevitable llorar.

Una parte de mí quiso decirte que volvieras, que podríamos intentarlo una vez más pero tus confesiones me frenaron. Lo que pintaba un tono de llamada se convirtió en unos minutos a una última llamada.

Fue una despedida difícil cuando te escuché partir, algo me dejó sorda por unos instantes, sé que no fue el tono de la llamada finalizada, sino el crujir de una parte dentro de mí.

Aquí estoy yo también. Con las ilusiones rotas y mis sueños perdidos. Y en cada letra que escribo va un pedazo de mi alma.

La gente me ha aconsejado que te olvide, lo terrible de este olvido es que no quiere continuar sin antes haber sacado tu recuerdo de mi mente. 

¿Cómo haces eso posible?


No hay comentarios:

Publicar un comentario