Pues te
extrañé. Se notó en mis últimos escritos. SÓLO PARA TI.
Te había
llorado una sola vez, no sabía que me lo impedía, pensaba en dos opciones: El
orgullo de que no me vieras caer o quizás no era un dolor tan fuerte. Tal vez fue
un poco de ambas, y ahora puedo decir que hubo una tercera circunstancia: E S P
E R A N Z A.
Había logrado contener las lágrimas en el conducto lagrimal, pero no fue por mucho tiempo.
Se te
ocurrió llamar para decirme “aquí sigo, no me he alejado… Pero quedemos como amigos”.
Y el avance que creí haber desarrollado se fue por la borda.
Fue
inevitable llorar.
Una parte
de mí quiso decirte que volvieras, que podríamos intentarlo una vez más pero
tus confesiones me frenaron. Lo que pintaba un tono de llamada se convirtió en
unos minutos a una última llamada.
Fue una
despedida difícil cuando te escuché partir, algo me dejó sorda por unos instantes, sé que no fue el tono de la llamada finalizada, sino el crujir de una parte dentro de mí.
Aquí estoy
yo también. Con las ilusiones rotas y mis sueños perdidos. Y en cada letra que
escribo va un pedazo de mi alma.
La gente me
ha aconsejado que te olvide, lo terrible de este olvido es que no quiere
continuar sin antes haber sacado tu recuerdo de mi mente.
¿Cómo haces eso
posible?
No hay comentarios:
Publicar un comentario