23-06-15
A veces te
pienso, otras veces no te recuerdo ni una sola vez.
Supongo que
la falta que me haces es proporcional a los cigarros que me fumo. Aunque de hecho,
es un mito que me invento pues no llevo ningún cigarro y siento tu ausencia de
una forma desastrosa.
Hoy es un
día que parece querer recorrer mi trayectoria amorosa, gente que pasó antes de
ti y gente que pasó después de ti. Y es que así es la forma en que mido el
tiempo, así como en historia existe el término A.C. y D.C. en mi vida existe
antes de Ángel y después de Ángel.
Otra vez no
puedo dormir, ¡qué novedad!
La cabeza
me da vueltas en la idea de que a tu regreso nos besaremos, haremos el amor y
caeremos en la cuenta de que somos el uno para el otro y que jamás debimos
separarnos. Luego está la otra idea perversa de no volver a verte, enviar tus
cosas por correo a tu casa, para evitarnos los convencionalismos –llamémosle pretextos-
de estarnos viendo por uno u otro olvido.
Luego se
borra esa idea y viene a mi mente la magnitud de tu maldad. Sabes que siempre
he preferido cuando es la última vez de algo. Que prefiero disfrutar las cosas
antes de que termine, si es que el final es inevitable. Y tuviste tiempo de
avisarme, para disfrutar nuestra última noche juntos. Aunque tal vez si me
avisaste y yo no puse la atención necesaria, se notaba en tu falta de caricias,
en tus ausentes llamadas, en la falta de un “te amo”.
La última
vez que hablamos te pedí que me dejaras, nunca creí que fueras así de
obediente, nunca lo habías sido. Aunque me haces falta, sé que fue lo mejor.
Sólo espero
que donde estés, me recuerdes tanto o más que yo. Aunque suene egoísta.