Siempre fue mi sueño hablarte de anémonas, arrecifes y
corales, porque creo que no hay otro lugar donde haya sido más feliz que en el
mar. El amanecer, el vaivén de las olas y la tranquilidad me reconfortan
siempre el alma.
Mas hubo algunos momentos en que justamente me sentí así en
pleno centro de la Ciudad de México, y era cuando él estaba cerca; más o menos
se acercaba al aire puro que se respira en el mar y a las cosquillas que uno
siente por dentro cuando pisa arena y ésta hace que te hundas en el agua.
Fue ahí, entre Mesones e Isabel la católica que nos dimos
nuestro primer beso. Estuve coqueteándole más de media hora, y él, que siempre
fue el de la iniciativa, se acercó sin
que yo pudiera moverme. Fue un beso corto en realidad, pero fue lo más cercano
a la inmensidad del mar, me hizo sentir tan pequeña ante su majestuosidad que supe
en ese momento lo enorme que sería todo.
En poco tiempo recorrimos mucho, hicimos planes para un fin
de semana, luego para nuestras próximas vacaciones, el siguiente concierto, el
evento de 31 minutos, apuesto a que tú lo disfrutarías tanto como nosotros lo
hicimos. Hablábamos de donde sería mejor vivir, él decía en su casa, yo en la
mía. El quería tranquilidad y paz, yo ansiaba un poco de ruido. Nunca estuvimos
de acuerdo en más de dos cosas.
Luego alguna situación extraña pasó y apareciste tú, cuyo
origen es un poco impreciso; por unos momentos opacaste la sensación de estar
con él que se equiparaba al mar, pero después te volviste salitre y sentí miedo
de tu mundo en el mío, a pesar de que no eras ni un hálito aún.
Y fue un mes de sueños y pesadillas, sueños del lugar en
donde sentirías lo mismo que yo o el momento de apoyarte acerca de tus
decisiones; pesadillas de no poder darte la dicha de conocer el mar o de que no
pudiera corresponderte con cariño o tiempo.
Imaginaba
que él no nos aceptaría y lo corroboré la última vez que salimos; destrozó
los sueños, promesas, planes y sentimientos acerca del mar y el futuro; al
igual que yo los suyos por nombrar a un tercero involucrado contigo. Si él no
hubiera dicho “ahora no” y yo no hubiera llamado a otro, me sentiría más culpable
por lo que te hice.
Quiero
decir, lo que te hice sobrepasó los límites de mi moral e ideales, sin embargo
también los subsanó. Estoy en contra de lo que pasó por los sueños que no
cumplí contigo, pero estoy a favor por las pesadillas que evité sufrieras. Fue
una decisión demasiado difícil, ¿sabes?; sin embargo, querido (a) si estuvieras
en este mundo, no querrías ver lo horrible que es.
Tal
vez en otro tiempo, con otra persona, serás la persona más feliz del mundo, visitando
anémonas, arrecifes y corales; y ojalá pueda ser yo la responsable de eso.