martes, 2 de diciembre de 2014

sábado, 22 de noviembre de 2014

Tú, tu promesa.

La noticia de tu partida me dejó en un estado desfavorable.
Estoy en la segunda etapa de duelo, la de indiferencia,
Apenas y hablábamos ya...
Tú mirabas a algún lado y yo trataba de evitar tu mirada,
aunque siempre me sentí halagada por la forma en que me observabas
y a menudo sentí gran curiosidad por el deporte que practicabas
Pero hubo un tiempo en el que fuimos cercanos,
recuerdo las clases de francés que con pretextos me hiciste darte,
porque después me enteré que sabías más que yo.
Recuerdo la vez que nos miramos fijamente, y que sin saber cómo ni por qué, acabamos besándonos en medio de una multitud.
No he olvidado tu última promesa, dónde me dijiste que la próxima vez que me vieras me ibas a besar.
¿Por qué no me avisaste que no iba a haber una última vez?
¿Por qué esa forma tan cruel de burlarte del futuro?
¿Por qué invertir los papeles de sufrimiento?

Este escrito no es para culparte, ni lo es para decirte que me arrepiento de hacer o no hacer...
Este escrito es para decirte que estoy bien, porque tú lo estás...
En otra vida nos volveremos a encontrar, en otra vida te haré pagar tu promesa.
Junto al cielo que nos gustaba inventar.

Descansa en Paz, amigo Óscar.




sábado, 20 de septiembre de 2014

Te dejo en libertad




A quien corresponda*:

Te dejo libre.

Eres libre de ir con quien quieras.
Eres libre de pasar frente a mí, sin voltear a verme.
Eres libre de evitar que tus pasos se encuentren con los míos.

Tienes la libertad de emprender otro vuelo.

Lamento haberte hecho bajar.
Creí que podríamos ser libres.
Pensé que teníamos un trato secreto,
correspondiente al silencio que entre nosotros imperaba.

Lamento que no fuera así.
Lo siento si no te correspondí
y si evite tocar tu mano más de una vez.

Eres libre, vuela a Toledo, ya sabrás porque ahí.

Lamento decirlo de esta manera.

Lamento no ser libre yo también.


*Tú

martes, 16 de septiembre de 2014

Su definición la hago mía.






"Te amo - dijo el principito. 
Yo también te quiero - dijo la rosa. 
No es lo mismo - respondió él… Querer es tomar posesión de algo, de alguien.

Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía…

Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.

Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento.

Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados. Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo.

Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes.

Cada ser humano es un universo.

Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas.

Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío.

Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón.

Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.

Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro.

Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza.

Y conocerse es justamente saber de ti, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error.

Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría. Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía.

Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.

Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí. Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar. 

Ya entendí - dijo la rosa. 

No lo entiendas, vívelo - dijo el principito."

viernes, 20 de junio de 2014

Tuve la oportunidad de hacerme inolvidable... Pero fracasé.

Francamente no te olvido,
pero alguien ocupa ya tu lugar.
Alguien más besa los labios que eran sólo para ti
y toca el cuerpo que juré sería nuestro secreto.
No sé como describirlo, 
tal vez porque nunca lo sentí, 
o si lo creí quizás ya lo olvidé.

Era tan tuyo, tan mío, tan nuestro.
Tal vez esa perfección fue la que nos hizo perdernos,
Hay motivos, nostalgias, olvidos y nombres para todo eso.
Pero no vale la pena malgastar un minuto más en algo que nunca irá adelante, porque se quedó estancado en un “Me gustaría”

Sabes que yo prefería callar, antes de decir lo que me hubiera gustado,
siempre esperando un “Te amo”, un “perdón” o el imposible “yo me equivoqué
Pero siempre te sentiste con el derecho de poder hacer daño.

Todo duele, pues tuve la fortuna de conocerte y necesitarte.
Empezó todo con la ausencia, y fue desbordando en una nostalgia cruel,
pero conozco bien el tema de las despedidas,
y la trama de un olvido,
pues sé bien que se requiere sólo un nombre,
aunque después de ti ya no exista nadie más,
ni antes ni después, nunca.

O quizás sí…

Esta vez tú ganas. Me doy por vencida.
Y no es necesario que vengas, pues de antemano ya me he ido.



domingo, 1 de junio de 2014

Epístola segunda.

"Y ¿qué es el amor? 
¿Amor?...
Germen fecundo de la dolencia humana... 
Origen venturoro de sin igual placer... 
con algo de la tarde y algo de la mañana... 
¡Con algo de la dicha y algo del padecer!"

Querido Ángel:

Llamas para preguntar cómo estoy, y repreguntas que qué tengo…

Te respondo lo mismo de cada día, “estoy bien, no me pasa nada”. Sin embargo creo que soy tan predecible que mi tono de voz me delata, mis gestos, mi sonrisa desdibujada, mis hombros caídos y la palidez en mis ojos.

Quisiera decirte que de lo poco que logré darte, no me he sentido correspondida. Hasta ahora, todos ocupan tu campo de visión y yo sigo sin ocupar ni un reojo.

Buscas en mí a alguien que le haga de tu apoyo, tu sostén, quien comparta tu dicha a costa de sus propios fracasos. Tratas que te entienda mientras hablas de otras mujeres, que en tu dicho son mejores que yo, es decir, ¿qué buscas en mí? ¿Una amiga, una cómplice, quien esté sólo cuando busques compañía en tu soledad?

Aún no soy tan refinada como para entender que conozca todo de esas personas que son motivo de peleas y celos, y mucho menos para atender que ellas conocen mi nombre solamente, y tal vez no, pues no es un nombre común.

Todavía no concibo cómo es que si te gustan no haces nada. Quiero decir, a mí no me amas, llevamos dos años y unos días, lo sé, sé que no es mucho, pero es suficiente para que conozcas cuando comienzo a ponerme de mal humor o cuando estás cansado de caminar tanto; es poco pero podríamos estar amándonos, y no lo hacemos. Sólo “nos queremos mucho”, eso sí, únicamente frente a nuestros amigos, pues ante desconocidos, personas con antecedentes amorosos o con posibilidades futuras de romance ni existimos. Tú no me amas ya de tiempo atrás, lo hemos callado pensando que el mundo seguía adelante porque nunca me decidiría a soltar…

Es hora de dejar de fingir, yo no puedo estar ya más contigo. La vida me está llamando y quiero dejarme llevar, sin ti. Resulta preciso que estemos separados, que la despedida sea indispensable para devolvernos la libertad, para retomarnos sin la otra parte que nos ha hecho estrellar.

Sé que la vida tal vez no vuelva a ser igual, pero a estas horas encuentro el lugar de todo lo que me pregunto. El recuerdo de tu compañía nunca lo podré olvidar, y aun con tu recuerdo, la resignación y olvido de los momentos que pasamos irán conmigo y mis pasos, pero debo aprender a vivir con ello. Lo cierto es que decir “Ya no te amo” prolongó una despedida que emprendiste tiempo atrás, y por el miedo de este cariño, que así de bien como te quise, no me atrevía a soltar.


Sinceramente: Atzin Rojas.