sábado, 5 de noviembre de 2011

Epístola a un "SinNombre"


Escribí en un papel blanco las cosas que no supe decirte, y de las que ya jamás podré hablarte.
Guardé las letras que te nombran por las noches, en cada sueño, en cada desvelo...
Suelo añorar ese momento en el que llamabas a la misma hora y eras ese que todavía tenía nombre: Julio.
Y ahora ya todo es la nada; promesas, palabras, silencios, tu canción. Lo es el momento en que sucedes, y ese capítulo donde te supliqué un por siempre y me diste un jamás.
Era la noche y su reguero de recuerdos los que me hacían quererte, y ahora que son más largas esa esperanza de que vuelvas a llamar y cantar sólo para mí se hace más tenue.

Recuerdo cuando tomaste mi mano debajo de la mesa
con la otra mano escribiste en la servilleta arrugada y manchada "EL AMOR SE VA A ESTRELLAR"
Advertiste que debía recordarlo siempre y el silencio quedó como cómplice de lo improbable.
Así la locura insuperable le ganó a la razón de lo innombrable.
te convertiste en un sin nombre y sólo escuchaba "DIME"
Todo quedó desnudo de significados y dejaste de estar.
Hice todo mal, quererte despacio, amarte de prisa, esperar demasiado, apresurarme poco.
Y el final fue inmediato...

La primera vez que te vi se parecía tanto a la última.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Decisiones

¿Por qué yo? Una vez preguntaste. 
No tenía mucho de conocerte, dos meses quizás.
Y ¿por qué tu? Muchas veces también me lo pregunté.
No era tu físico o tu intelecto. No era la forma en que te dirigías a los demás ni tus formas tan horribles de coquetear. 
Pensé por mucho tiempo que era tu voz y tu talento para la música, tu forma de tocar la guitarra y crear acciones sólo con palabras.
Y hoy después de 7 meses de escucharte, conocer tus canciones y oirte afónico sé que no fue tu voz. 
Tampoco fue la manera en que definiste "amor", tu manera tan arrogante de esperar en el andén o tu forma de sacar el humo siempre en diagonal. 
En definitiva sé que lo que me convenció fue tu manera de tomar decisiones, vamos allá, ven acá, a la izquierda, birla a la derecha, aquí y ahora. Nunca había que pensar en el futuro por que tú sabias improvisar.
Y ahí estuvo el problema, olvidé recordar  que existía algo más allá de un sí o un no.
Ven, escúchame, mirame, bésame, eres mía... Y fui tuya; soy tuya, y aún después de todo, te pertenezco. 
Y no me percaté que nunca tomaste una decisión respecto a mí, que todo se quedó en un yo que sé

Hoy decido no quererte, no esperarte, no buscarte, ya no llamarte...


...o bueno no sé, si quieres, después de todo te pertenezco.