domingo, 31 de octubre de 2021

3:27

Alguna vez la psicologa me encomendó hacer una carta al causante de estar en terapia.
En esa carta tenía que escribir las cosas que no me gustaron de la relación y las causas que me hicieron mal, asimismo debía describir las desventajas de seguir hablando con él. 

Me negué a redactarla, me rehusé si quiera a pensar en si tenía causas. La psicologa me dijo que estaba en esa etapa del duelo llamada negación. Yo me sentía más bien en la etapa de la depresión, pero al fin ella es la profesional.

Como sea, recientemente vi al causante de que esté yendo a terapia, y aunque en mi mente pensé en todas las cosas que tenía que decirle y logré resumirlas en puntos que tardarían 3 minutos con (aproximadamente) 27 segundos enumerarlas, al verlo todo se borró, pues me dio tanta alegría verlo y recordar su carita.

Ese día, tuvimos un buen día de 30 minutos; caminamos como lo solíamos hacer, comimos un helado, pisamos hojas secas, nos actualizamos en chismes y lo abracé. 

Y en ese abrazo, pude dejarlo ir, pues de antemano sabía que era la última vez que lo abrazaría y estaba bien con eso, porque a mi manera, mi discurso de tres minutos veintisiete segundos, se volvió un abrazo de 11 segundos.

En día de muertos, pondré un altar a ese amor que no funcionó, a ese amor que se fue. Hoy el día de muertos, te deseo lo mejor, no tengo carta de malos recuerdos, no tengo carta de desventajas, tengo un agradecimiento inmerso en lo grande que me volviste estando a tu lado, y lo grande que debo mantenerme estando sin ti.

¡Muchas gracias, dinosaurio!

Feliz vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario