miércoles, 10 de abril de 2019

Ya va a ser mañana.

En un rato ya va a ser mañana, y traerá consigo de nuevo su ausencia.

Es raro, como ahora el café ya no sabe más, las tazas se consumen en el intento de volver a sentir su aroma, el de él, pero no funciona, es completamente extraño, tanto como ahora él y yo.

Ma parece igualmente incongruente, como estando a 28 grados centígrados afuera, mis manos sigan frías por no tener su mano cubriendo a las mías en un entrelazado perfecto.

Lo cierto es que me he obligado a buscarle en otras formas de confort, ninguna se ha acercado, si quiera un poco, a la sensación de estar a las tres de la tarde, besándole.

No sé si me dejó ir, o es su forma atípica de decir adiós, lo que sí sé, es que han pasado 169 horas sin su presencia, lo sé porque he contado cada una, desde que partimos, cada uno a su destino, sin decir adiós, sin voltear hacia atrás para vernos por última vez la espalda.

Una vez más, otra batalla pérdida y una muerte efímera a los momentos coleccionados, un derrumbe que trae consigo la búsqueda entre las ruinas de recuerdos que dejó cuando se marchó.

Todos los días, cada mañana, he pasado por el lugar que nos vio juntos por última vez, paralizada, sin llorar, sin reaccionar, recordándole y recreando la escena en la que todo se fue a la mierda. Otras veces por la tarde, vuelvo a pasar, buscándolo, por si acaso él decide rememorar la escena también, pero su ausencia, me lo dice todo.

Aún conservo en mi escritorio la instantánea que nos vio sonreír.y que ahora significa el indicador para cuando le olvide y junto a su olvido, llegue la convicción de quitarla y reemplazarla y reemplazarle con cualquier otro objeto que no traiga consigo un abismo directo al pasado, en cada reojo a la imagen, en el silencio de los ojos de aquel que sonríe y en los gritos internos de esta que escribe, diciendo vuelve.

En un rato ya va a ser mañana, mientras tanto hoy, todavía le quiero, todavía le extraño, todavía le necesito.

miércoles, 3 de abril de 2019

Comodín

Querido extraño:

Hace tiempo que no eres el mismo.

Físicamente, sigue siendo tu rostro y tus facciones son las mismas.
Exteriormente, continuas con tu manera distraída de caminar y tus risas estruendosas también.

Sin embargo, te noto con menos  energía y con apatía.
Reconozco tu esfuerzo, y tu manera de continuar a pesar de todo; pero ¿no crees que está mal?

Es decir, tú siempre me has cuestionado, "¿por qué sigues conmigo si te hago tanto mal?"
Y muchas veces me lo cuestioné y encontré que lo que me detenía a marcharme es el cariño que te tengo, y siempre me pareció basto y suficiente.

Tú, en cambio, no tienes una razón para seguir quedándote, no es cariño, puesto que siempre me has repetido que eres frío, no es amistad, porque no confías en mí para contarme tu día a día, tampoco es conveniencia, porque sabes de antemano que no hay nada material que pudiera ofrecerte que no tengas ya; o al menos eso siento.

Lo siento en tu apariencia cada vez más cansada y en tu temperamento a veces enojado de lo que nos pasa; con un pie siempre en la puerta y ganas de no volver jamás. Con ganas de irte, como antes para no volver ni mirar atrás.

Pareces más feliz cuando estás sin mí.

Entonces, he llegado a la conclusión, de que puedes irte, y tomar este comodín que te ofrezco como última ofrenda.

El comodín consiste en no volver a buscarnos, te prometo yo no hacerlo, para que no sientas lástima y te veas obligado a regresar.
Te prometo que no habrá mención nueva de tu parte, de ese gran favor que me hiciste, que aunque lo agradezco, no soy digna de tan grande sacrificio.

Querido extraño, ¡eres libre!