domingo, 26 de abril de 2015

Breve declaración

¿Quién dice que la soledad no se acentúa?
De seguro es alguien que no sabe que la ausencia lleva siempre un nombre implícito;
Este insomnio no lo provoca el frío, o el ruido, alguna preocupación o miedo;
sólo es el mismo recuerdo, con el que todos los días salgo a la calle.
Y es que todo me recuerda a ti; el café, el frío, la lluvia, las iglesias y sus campanarios.
Todo se transforma en un eco que retumba en mi interior, 
es tan fuerte que no me deja escuchar mis acelerados latidos.

A decir verdad, echo de menos tu presencia, sin importar el silencio mutuo... Aunque no me hablaras a mí.
Me gustaba tenerte a mi lado, al menos era mejor que estar en este rincón oscuro pensándote sin decírtelo.
Me gustaba contarte de mis travesías, y que tú me hablaras de mil y un cosas.

Es triste, ¿sabes?, antes de conocerte anhelaba que alguien me amara;
buscaba el mismo amor que yo había entregado sin fervor;
y ahora lo he conseguido, me aman sin condiciones ni preámbulos,
soy el mundo de alguien, y eso me deja en una encrucijada...
Previo a nuestro encuentro, no lo tenía, en cierta parte debería agradecerte,
pero la negociación cambió, justo cuando al fin lo he conseguido, creo que yo he dejado de sentirlo.
¡Qué ironía!, ¿no lo crees?

También es curioso, pues antes de ti no había experimentado el fenómeno del nudo en la garganta,
ni tampoco de la sensación en el estómago causada por los nervios y ansias de verte.
Y ahora, justo ahora con esta breve declaración me manifiesto como tuya.
Me tienes en tus manos, puedes romperme y pegarme en los pedazos que quieras, 
puedes llevarme al cielo y también al infierno, pues ambos lugares comprenden tu química.

Así es, me declaro fielmente entregada a un imposible,
aún te recuerdo tanto, siempre...
Sea lo que fuera, ese efímero espacio de tiempo duele tanto,
y parece que apenas hubiera sido ayer.
Creo, de igual manera, que todo pudo haber sido mejor, 
y que este insomnio bien podría estar ocurriendo ahora mismo, en tu cama.
Pero aún no he aprendido a dejar ir esa parte tuya que dejaste en mí.

Y acepto y concluyo, que lo que pasó fue mi culpa, pero jamás mi intención.
Que me disculpo por lo ocurrido.
Y que hubiera preferido haber dicho adiós, antes de dejarte ir.

Pensaré fielmente que me lees, para poder seguir escribiéndote, 
aunque sea así de terrible como se escucha.


sábado, 25 de abril de 2015

Lo que soy, lo que dije, lo que escribí.


Hola, buenas tardes...
¿Cómo empezar? Si no hay palabras y nunca respondes a mis llamados.

Bien, un primer problema es que estas lejos. 
Otro segundo problema es que lo que tengo para decirte no se escribe.

Es duro enfrentar a la casualidad de una mirada, y ver el grito que se ahoga en el silencio de tus ojos, esquivando mi mirada, sorteando un esperado "ven" y que se deshaga en un derrumbado viaje al pasado.

Alguna vez creí que el propósito de cruzar mis brazos era el de apretar fuerte mi corazón y evitar que se saliera. Otra ocasión pensé que si te abrazaba vehementemente por las noches podía lograr que la mañana llegara lentamente. 

Pero no creas que todo es dolor, al contrario, quiero adjudicarme el mérito de haber vivido lo suficiente como para entender que hasta las cicatrices pueden querer. Además, ¿te imaginas el error y horror de no habernos sucedido nunca? Habría sido un fracaso quedarnos con esos besos en nuestras bocas y las palabras en nuestros labios. 

Al final de cuentas, las palpitaciones aceleradas a uno lo hacen sentir más vivo. Es como hacer un doblez en la página de un libro a falta de marcadores o post its, para señalar que hubo algo ahí. Pero reitero, es difícil volver con el alma completa después de haberte vivido. 

Tú y yo ya estábamos escritos, lo sé por los incontables pasos para llegar aquí, por las infinitas formas de forjar el presente y que precisamente fraguó en la forma de conocernos, aún pudiendo ser otros la vida nos eligió a nosotros. 

... eres de esas situaciones que por más que pasan, no se van.

En otras palabras, y de acuerdo a tus enseñanzas, eres el Andreas Corelli de mi historia.